Ser y estar activos implica conectar con nuestro fuego interno para manifestar nuestros anhelos. El mundo de posibilidades se abre cuando vivimos la vida siendo protagonistas y no sólo observadores. Nos activamos estando presentes, disfrutando el momento, manifestando nuestros sueños, siendo partícipes de la maravilla de la creación.
Hoy nos vemos rodeados de una amplia oferta de estimulantes para el entrenamiento corporal, el desempeño deportivo, para bajar de peso (real o imaginario), para “mejorar” la concentración, foco, y claridad mental, para aumentar la líbido y el desempeño sexual. Muchos de estos preparados mezclan principios herbales con compuestos químicos y aminoácidos. Además suelen tener un alto contenido químico, y en muchos casos azúcar también. Su consumo, que empieza cada vez a una edad más temprana, aumenta exponencialmente. El estímulo es una gran estrategia de mercadeo, y apenas nos estamos dando cuenta del impacto que puede llegar a tener en el sistema nervioso central, en el sueño, en el sistema circulatorio, en las glándulas, en el cerebro, en la mente, en los dientes…
El consumo exagerado de estimulantes está casi siempre asociado a un estilo de vida saturado, cuerpo y mente llevados a los límites a expensas del sueño, resultando en déficits nutritivos y de inmunidad. Suele venir de la necesidad de sentir más energía y está asociado a fatiga acumulada, sobre-estimulación mental, y vacíos espirituales.
Es muy importante conectarnos con nuestra necesidad real de activarnos y aprender a conducir la energía interna. Ser soberanos de nuestro cuerpo implica también monitorear el flujo energético. Escuchar nuestro ritmo, de nuevo, nos va indicando como es el paso al que caminamos activamente.
Cuando hablamos de plantas que nos ayudan a activarnos, casi siempre hablamos de plantas con propiedades estimulantes que generan calor en el cuerpo. A nivel bioquímico cada planta tiene una serie de compuestos que aportan de distintas formas al cuerpo.
La mayoría de las plantas que nos ayudan a activar la energía tienen una larga historia en las medicinas tradicionales pues también nos aportan muchos otros beneficios. Para mi es esencial recordar el territorio y el contexto en el que las plantas fueron y son tradicionalmente tomadas. Siempre observar la historia, terruño y tradiciones me guía conjunto con la sabiduría innata de las plantas a sentir como es la mejor forma de trabajar con ellas. También los niveles de estrés, velocidad y contaminación de las ciudades combinados con el consumo de estimulantes pueden resultar en desbalances en los niveles de cortisol, azúcar, ritmo cardiaco, estabilidad etc.
Cuando necesito activarme busco plantas aliadas que propician el flujo constante y parejo de energía en el cuerpo. Para evitar un impacto negativo sobre el sistema digestivo, nervioso, y linfático busco plantas de muy buena calidad y orgánicas. También esto asegurará su aroma, sabor y perfil organoléptico.
También es clave conocer cómo interactúan las plantas con nuestro cuerpo y los hábitos que tenemos. A mayor actividad física la tolerancia a la cafeína puede ser mejor. Sin embargo, bajo situaciones de estrés el efecto de la cafeína suele ser adverso. La mejor forma de disfrutar de plantas altas en cafeína es bajo condiciones relajadas.
Estas plantas estimulantes se toleran mejor después de haber comido algo para evitar síntomas digestivos, desbalances en el azúcar en la sangre y en el sistema nervioso.
A menor frecuencia de consumirlas, más estimulantes se sienten. Con el tiempo y frecuencia el cuerpo genera resistencia y pierde sensibilidad.
Cuando la energía está baja buscamos plantas, hierbas, especias y alimentos que calientan y reducen la mucosidad. Si el fuego es variable en el cuerpo, y hay altibajos energéticos integramos hierbas y alimentos cálidos y salados, que no necesariamente estimulan sino que relajan.
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